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  • Foto del escritorD. Arias

Amor de Dios

Hace ya muchos años,

en tiempos inmemoriales,

hice una criatura

a mi imagen y semejanza.

Con algo de barro

y un poco de excremento

la moldeé y le puse nombre.

Después la odié y la castigué

con una excusa pueril

hasta que, un día, consciente de mi

soberbia -mas sin decírselo a ella,

me arrepentí y decidí "amarla".

Pacté con ella una segunda oportunidad

pero pronto me di cuenta

de que ese "amor" que yo le daba

estaba viciado por la culpa.

Han pasado los siglos

y la culpa no se va.

Aunque a menudo me desentienda

de la criatura,

ella sigue ahí,

a pesar de mis desplantes,

apegada y fiel a mí

siempre frágil y en deuda eterna

conmigo

por el hecho de haberla creado

y de haberle dado

un amor tan raro,

tan indescriptible,

y casi siempre tan indescifrable

como el mío.

Por fortuna,

y para bien de mi existencia,

ese amor que yo le doy

es el que al parecer prefiere

(en lugar de quedarse sola)

la criatura hasta el sol de hoy.

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