Por mucho tiempo acaricié la idea de crear un espacio propio que me permitiera expresar sin formatos ni cortapisas mis inquietudes. La pregunta que hoy me asalta no es si me permiten hablar (parafraseando el libro de Domitila Barrios de Chungara y Moema Viezzer), sino si, aun permitiéndoseme hablar, seré leído o escuchado en medio de tantas voces que hoy se esfuerzan por ser leídas y escuchadas. La publicación de una serie de cuentos breves en una red social y su recepción por parte de algunos lectores me impulsaron a comenzar este proyecto largamente aplazado.

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La idea nace impregnada del soplo vital que otorga la libertad para crear. En la agonía del 2020 (un año que quizá será recordado por un tiempo largo), concibo Literarias como un espacio de creación donde una voz, que puede ser una pero también varias, se da a la tarea de relatar y de vez en cuando reflexionar sobre el mundo y la época en que vivimos.