D. Arias
Los payasos peligrosos
Actualizado: 28 may 2022
De repente aparecen en escena, sin que nadie los detecte. Dicen dos o tres cosas y nadie los toma en serio. “Al fin de cuentas”, comenta la gente, “solo son unos payasos. No llegarán muy lejos”. Sin embargo, de decir dos o tres cosas graciosas, pasan a ser escuchados y seguidos por unos pocos, y después por multitudes. Se les empieza a tomar en serio, y ellos mismos se toman en serio, conscientes del apoyo del que gozan. Con el tiempo los payasos se vuelven adustos. Vociferan y amenazan, pero sin olvidar la sonrisa burlona y el chiste fácil que reservan para ciertas personas en ciertos momentos. Impulsados por respaldos populares inesperados, los payasos se presentan a elecciones. Para su propia sorpresa, resultan ganadores. De ser payasos pintorescos, pasan a ser gobernantes de ciudades y países.
Sin ser amigos, los payasos encuentran afinidades. Se hacen aliados, conscientes de que en política no hay amistades, sino intereses. Los payasos lo saben (son payasos, no tontos) y se embarcan en la aventura. Pero al cabo de un tiempo, se dan cuenta de que, aunque embaucar y entretener adultos puede ser tan fácil como engañar y recrear grupos de niños, gobernar no es tan sencillo como parece. Sus ceños fruncidos y bravuconadas no son creíbles (al fin de cuentas, no dejan de ser payasos). En sus mandatos dan mucho de qué hablar y de comer, sobre todo a los periodistas que se obsesionan con ellos tanto para atacarlos como para defenderlos. Pero el tiempo es implacabable y el momento de abandonar sus cargos se acerca. Entonces los payasos se van marchitando y poniendo tristes, pues han descubierto que, después de todo, la aventura de tener poder es adictiva y excitante. Quienes advierten el peligro de haberlos elegido saben que es demasiado tarde. Muchas vidas e ilusiones se han quedado por el camino, truncadas por las torpezas de los payasos. Desembarazarse de ellos no es tarea fácil. Pueden pasar años antes de recomponer las cosas que los payasos en poco tiempo han deshecho.
Pasa cada cierto tiempo y en todos los lugares. Y seguirá pasando donde haya públicos dispuestos a votar por quienes en principio solo fueron diversión.